ArquitecturaGrandes arquitecturas sin nombre ni apellidos

Encontré hace tiempo una imagen de un proyecto maravilloso, atemporalmente bello. Sólo hallé de dónde procedía y para qué servía. No estaba localizado en el norte de Europa, Estados Unidos o algún territorio caracterizado por los avances tecnológicos y constructivos. No estaba destinado a satisfacer un programa efímero, en el que la apariencia primara sobre la utilidad.

Esta belleza estaba ubicada en Valencia, se construyó en los años 60 y era una gasolinera. Anónima y genial. 

Muchas veces he pensado en lo raro que resulta ver tantos edificios feos tras el esfuerzo y la excelencia que se espera de un arquitecto después de haber aprobado su Proyecto Final de Carrera. Y cuando encuentro un valioso edificio sin mención alguna en las revistas, también me extraño.

Los arquitectos no suelen perder de vista a los miembros destacados de su gremio. Incluso les divinizan dedicándoles cientos de odas, enciclopedias o artículos.

La gasolinera de la imagen es un ejercicio de diseño comercial aplicado cuyo reclamo no es más que resultar un alarde. Si la ves por la carretera, *paras o paras*. A admirarla. Y de paso, a repostar. Vaya perspectiva.

Sorprende su sistema estructural. Su originalidad sin nombre. Su belleza limpia y esencial.

Aquí se llega a la arquitectura por el asombro de la superioridad técnica, lograda por una estructura independiente de pilares-seta de un solo apoyo y un gran capitel.

Y no resulta necesario que la haya construido Norman Foster, oiga. La quiero igual.

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Imagen anónima. Gasolinera en Valencia.

Bajos instintos y buenos proyectos El amor a primera vista no es más que deseo a primera vista. Los instintos del ser humano están vinculados a los 5 sentidos. Luego, todo es sus