ArquitecturaA qué huele un buen proyecto

Que Mies Van der Rohe acuñase el eslogan “Menos es Más” no es casualidad. Una buena frase, un bonito juego palabras, en un buen proyecto, a veces lo es todo.

Se cuenta que Marilyn Monroe sólo dormía con unas gotas de Chanel nº5. Todo el mundo conoce la anécdota. Pero no todos somos capaces de recordar el olor del icónico perfume. Eso sí, al oir su nombre, la imagen del mito en seguida nos viene a la cabeza. La memoria es selectiva y retenemos lo que consideramos importante, sugerente o impactante. Y no sólo eso. Recordamos sólo un concepto relativo a un acontecimiento, que priorizamos frente al resto. Hay que hacer lo mismo en un proyecto, potenciar una idea y llevarla al extremo, para significarla.

Soy profesora de Proyectos de Arquitectura. Y me encanta. Quiero que mis alumnos adquieran su propio criterio. Que no pierdan «el norte» ni el sentido común (algo que con frecuencia ocurre cuando se siguen demasiado las «tendencias» o si falta formación, por supuesto). Porque, si bien la Arquitectura es Arte, creamos proyectos para PERSONAS, que los viven y los disfrutan. «In extremis», pueden llegar amarlos. En la película «Desayuno con Diamantes», Tiffany´s era el rincón favorito de Audrey Hepburn. Y no dudaba en desayunar frente al escaparate, en plena calle. Sin duda una gran it girl para una icónica love mark.

Volviendo a lo mío (mis clases de proyectos). Al principio siempre suele plantearse esta cuestión: ¿Qué es la Idea de Proyecto? o ¿De que conceptos se ha de partir para proyectar? Para los profanos en la materia, aclararé que hablar de la «idea de proyecto» como algo abstracto es lo mismo que cuestionar a un emprendedor sobre la circunstancia que imprime valor a su modelo de negocio, o inquirir a un diseñador sobre el significado de su obra. Algo, que por desgracia, muchos no saben o pueden contestar.

Es difícil conseguir un estilo propio: la convergencia de talentos, actitudes y pasiones que te distingue del resto de los mortales. Pero es básico definirlo para ser capaz de defender tu proyecto y para que potencies su valor conforme lo vayas madurando.

Suelo proponer a mis alumnos un ejercicio de introspección para entender cómo llegar a la esencia de un proyecto. Se trata de escribir un artículo sobre un acontecimiento, lugar o personaje que les haya dejado huella.

Escriben un titular, eligen una imagen que lo explique, y desarrollan un contenido que implique al lector. Después, analizamos el paralelismo: el titular es el eslógan, la esencia del proyecto; la fotografía ha de reflejar qué queremos destacar de él (color, luz, forma, fondo). Con una vista es suficiente. Y además, el contenido del artículo ha de resultar coherente con todo ello y estar bien estructurado.

¿Quieres hacer una vivienda para un marinero? Pues consigue que flote en el agua, ¿o quizá has desarrollado un prototipo de mobiliario? ¿Lo puedes describir, en esencia, con una frase? Vaya… Así que son demasiadas las cualidades a enumerar… No me sirve. Sólo quiero saber qué lo diferencia del resto.

Cada proyecto es único. O al menos, debe serlo. El único posible en esa parcela y en ese lugar (si se trata de un proyecto de Arquitectura). Ha de ser tan bello y tan propio, que parezca que no se puede concebir de otra forma. Lo mismo es aplicable a un cuadro, un negocio, un artículo periodístico o un perfume. Como ocurre con Chanel nº5. Cerramos los ojos y pensamos en Marylin en blanco y negro. No hay nada ni nadie que transmita mejor la sensualidad de su esencia. Y nos preguntamos si de verdad era lo único que llevaba puesto por las noches.

Bajos instintos y buenos proyectos El amor a primera vista no es más que deseo a primera vista. Los instintos del ser humano están vinculados a los 5 sentidos. Luego, todo es sus