«Para este caso, el planteamiento sugería rapidez pop up, economía (por su carácter temporal) y practicidad»
La atormentada Julieta de Almodóvar, arrancaba el papel de pared de su casa para dejar atrás una etapa de su pasado.
La gráfica en las paredes a veces impregna una estancia de sensaciones dadas por las experiencias. Y también contribuye a dotar de vida rápidamente a un recinto que no la tiene.
El papel de pared. Tendencia e historia
Los papeles adamascados de los cincuenta dieron paso a la geometría pop de los sesenta, sustituida (desgraciadamente) por el «gotelé» setentero-ochentero que evolucionó hacia la pintura lisa, emblema del minimalismo de los noventa y los dos mil.
En la vida, la moda y la decoración, el pasado siempre vuelve. Cambiamos colores, texturas y materiales por romper con los cánones establecidos. Y luego, de nuevo, volvemos a lo conocido, por nostalgia, o incluso, por redimir concesiones de vanguardia que reconocemos como errores.
¿Segundas partes serán buenas? En este caso, es posible.
Un pop up restaurant para lanzar una marca de papel de pared por Ignacio García de Vinuesa
Me acerqué al Colombia in Residence, un Pop Up Restaurant creado por Ignacio García de Vinuesa con los diseños de Gancedo.
Como profesional del sector, tengo la deformación profesional de «inspeccionar» una obra de interiorismo considerando, al mismo tiempo, plazos (de concepción y ejecución), presupuesto y creatividad.
Porque la falta de uno de estos factores, redunda directamente en la calidad del proyecto.
Para este caso, el planteamiento sugería rapidez «pop up», economía (por su carácter temporal) y practicidad.
El interiorista iluminó el espacio con guirnaldas de bombillas «vintage» y lámparas de palma y mimbres. Invitaba a entrar con moqueta sobre el pavimento preexistente. Decoraba con maceteros colgantes de esparto, macramé y sisal a distintas alturas. Enriquecía y coloreaba la estancia con papeles de varios estampados (pero de la misma gama cromática) en techo y pared. Ambientaba y aportaba domesticidad y confort con cortinas a modo de separadores. Distinguía entre mesas de consumo y de exposición (o showroom). Amplíaba la perspectiva y reducía la oscuridad del sótano con espejos enmarcados con listones de madera. En conclusión, era efectista partiendo de recursos sencillos.
Así que, bravo por el proyecto. Lo fotografié con ilusión.
Y es que cada plano me descubría una sorpresa: desde el techo con sus elementos colgantes, hasta las paredes con su diversidad de motivos.
El suelo resultaba eficaz, precisamente, por su carácter neutro. No es necesario invertir más en una superficie que no vemos, si las demás resultan mucho más sugerentes.
Me queda citar a un amigo arquitecto que decía que «el interiorismo se parece al urbanismo, ambos han de contemplar la diversidad de uso en un mismo espacio».
No se equivocaba. Lo cierto es que, nada mejor que ver para aprender. Y si este proyecto, después de mis quince años de andadura, supone un aprendizaje, debo compartirlo.
Además, el buen interiorismo es otra manera de hacer felices a quienes saben disfrutar de la gastronomía, porque también forma parte de los placeres de la vida ¿No creéis?
Por lo pronto, yo reservo. Y hay lista de espera.