Hace poco leí que no hay nada más cursi que llamar gastrobar a un restaurante.
Y es que hoy en día, cuando se diseñan locales en hostelería, desde un bar de barrio a una «fondue», se busca querer desprender un cierto aire gourmet, en diseño y menú.
Como lo tendencioso pronto queda obsoleto, no creo en los estilos. No pienso que haya que adoptar colores, materiales o grafismos porque, simplemente, «se lleven», o por cuestiones de marketing enfocadas en el diseño de locales de comida, rápida o slow. Apuesto por crear experiencias en el diseño de un espacio para transmitir con acierto una sensación. Muchos de mis compañeros de profesión comparten y han compartido, desde hace décadas, esta teoría.
La coyuntura económica y social siempre influye en el diseño en retauración. En época de crisis, somos más proclives al estrés y menos al consumo. Necesitamos esparcirnos gastando la menor cantidad de dinero posible, aunque somos exigentes al elegir nuestras opciones de ocio. Las franquicias de comida rápida, conocedoras del alcance del marketing experiencial, toman nota y adaptan su decoración a esta premisa.
En diseño de locales de comida rápida, tenemos la referencia «gastrochic» de McDonald’s en la Calle Fuencarral de Madrid. Nunca hubiera imaginado ver a niños comiendo «cheeseburgers» y a turistas tomando café en este marco «vintage». Las paredes, antes de colores ácidos, se cubren con madera. Los sofás de cuero viejo tipo «chester» alternan con mesas de bambú de estética «arty».
El uso de superficies avejentadas y materiales orgánicos nos remite a lo sostenible y también a lo cálido, a lo antiguo y por tanto, a lo conocido. No se incita al consumo rápido, algo que no suele concebirse en el diseño de este tipo de locales. Y se abre la posibilidad de captar el interés de otro tipo de público. En ultima instancia, se invita a permanecer a la clientela, algo que resulta siempre interesante cuando se reduce su afluencia (por desgracia, en época de crisis, llenar una tienda es muy complicado).
Y del cambio de rumbo en el diseño de interiores a la «gastroburger». O al «McTapeo». Dadles tiempo. Las empresas que se adaptan a las circunstancias, tienen mas posibilidades de mantenerse. Y siempre hay hueco para un tinto de verano o para una «marinera». Aunque por ahora, nos conformamos con tomar un McFlurry en un sofá «chester», que queda muy «chic».