Érase una vez alguien joven, aunque sobradamente preparado, que comenzó a trabajar en una gran empresa.
Al principio, se sentía abrumada por las responsabilidades, dada su escasa trayectoria profesional. Pero en poco tiempo, se sintió capaz de afrontar los problemas cotidianos que se le presentaban en su día a día laboral, empezó a relajarse y a afianzar su profesionalidad y conocimientos.
Fue precisamente entonces cuando se dio cuenta de que podía aumentar la rentabilidad de la empresa en la que trabajaba, dando una vuelta de tuerca a ciertos conceptos un tanto desfasados. Lo comentó en las reuniones de socios, pero no recibió apoyos, al contrario, todos se pusieron en contra. Argumentaban que las cosas funcionaban bien y que no era necesario modificar ningún procedimiento.
Esto le entristeció. Era humilde, conocía perfectamente sus limitaciones, pero también era consciente de que sus ideas tenían fundamento. No se amilanó ante las adversidades. En su fuero interno, sentía que era necesario innovar, implementar nuevas medidas para no quedarse atrás frente a la competencia. Ser el primero es un riesgo, pero también es una oportunidad única de ser el mejor.
Entonces, se armó de valor, y planteó su propio modelo de negocio, basado en lo que había estudiado y conocido. Después buscó un local comercial acorde con su actividad. Rápidamente se dio cuenta de que necesitaba ayuda. Y entonces «googleó» la palabra «diseño locales comerciales murcia», a ver qué encontraba.
Señores, Google es la Biblia del que busca soluciones o al menos, sugerencias, en este siglo.
Tal y como «San Google» le sugirió, se puso en contacto con los primeros profesionales que figuraban en la lista, considerando que se trataba de «alumnos aventajados». Al menos, eran capaces de posicionar su web al principio, y eso ya demostraba muchas cosas (que tenían referencias, experiencia, o al menos, que se habían preocupado de conseguir más clientes en internet. Un diseñador, un ingeniero o un arquitecto que se preocupa por su negocio, da a entender que también se preocupa por el de los demás).
Decidió reunirse con tres profesionales. El primero de ellos, le instruyó sobre toda la normativa que tenía que cumplir. Le dijo que necesitaba satisfacer ciertos requisitos para poder abrir su local, para que fuese habitable y para que se pudiese inaugurar en plazo. A nuestra protegonista le pareció muy profesional. Pero su miedo no se aplacó. Necesitaba más respuestas. Ella sabía cómo hacer su trabajo, pero no cómo habilitar un recinto adecuado para desarrollarlo.